1. Leyenda de los momoyes al

No sabré darles con precisión cuáles fueron las palabras pero insisten en que el hecho sucedió, que el obrero quedó mudo mucho tiempo y que siempre que se acordaba del episodio lloraba del mal que había hecho al sitio donde siempre se ha insistido que existe la aldea más grande de los momoyes de Trujillo. Pero además de esa magia que está escondida debajo de las casas Trujillo es un resumen de hermosos paisajes que hacen llenar a los ojos de maravillas intensamente nuestras: aguas que son el más querido refugio de la salud, de la belleza, del amor; plantas y flores que no se cansan de derrochar colores, perfumes y emociones; aires que vienen de los más altos parajes y que al llegar a Trujillo se amansan y besan el rostro de los amigos que llegan como si fueran gasas muy tenues que los aman y protegen. Trujillo es un eterno subir y bajar de los cerros ya que los pueblos están al abrigo de los valles, encaramados en las mesas, sensibles y buenos y cuya sola mención enamora y enternece. Voces buenas como Trujillo, Mendoza, San Miguel, que retraen a las sabanas manchegas, al mundo castellano o signos que se dejan oír como Boconó, Carache, Escuque, Tostós y Betijoque que suman el áspero hablar de los abuelos indios a la manera española de decir las cosas.

Leyenda de los momoyes al

[ 3] ​ La obra principal se compone de un prólogo, quince capítulos que narran la vida de san Francisco y diez secciones que recogen los milagros obrados post mortem. Como base de su obra, Buenaventura tomó las narraciones hechas en las obras de Tomás de Celano y otros testimonios precedentes. Desde el punto de vista literario está escrita en un latín elegante y un estilo casi poético. [ 4] ​ De la lectura de la Leyenda mayor se inspiraron los 28 frescos de Giotto que representan escenas de la vida de san Francisco en la basílica a él dedicada en Asís. [ 5] ​ Referencias [ editar] ↑ Benvenuti, 2005, p. 189. ↑ Benvenuti, 2005, pp. 187-189. ↑ Llopis, 2007, p. 10. ↑ Llopis, 2007, p. 11. ↑ Benvenuti, 2005, p. 190. Bibliografía [ editar] Benvenuti, Anna (2005). «La strutturazione della cristianità occidentale». Storia della santità nel cristianessimo occidentale (en italiano). Roma: Viella. ISBN 88-8334-137-6. Llopis, Joan (2007). San Buenaventura, el espíritu franciscano. Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica.

Son los momoyes los dueños del perfume de las flores, del canto de los pájaros, hay un momoy que vive en las campanas, otros moran en el siempre eterno cantar del agua en las tinajas y escondido en los helechos de nuestros altos montes se esconden para verte la cara, saber por ella que eres buena gente y para cuidar de ti, que eres el mejor de los tesoros, mientras andes por las tierras santas de Trujillo. Hay un lugar trujillano que esta captado por la leyenda de los momoyes. Está, cerca de la vuelta de la antigua carretera que llaman Tucutucu y que está hoy parte del Eje Vial que comunica a Valera con Trujillo. Esa vieja carretera seguía las curvas del río Castán, que es un nombre que suena a Biblia o a leyenda lejana, y cuentan que un trabajador que se ganaba el pan construyendo la vía quedó mudo porque uno de los momoyes lo había visto colocando grandes tacos de dinamita para romper las piedras (es que los momoyes, también son los cuidadores de las piedras). Cuentan que los que oyeron al momoy que les hablaba no pudieron detener el llanto por la profunda tristeza del pedido del duende rogando que no le destrozaran su casa.

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